¡Mira mamá, soy dramaturgo del sonido! (pues ya me quedo yo más tranquila, hijo)

Hace un tiempo mi madre me preguntó que en qué consistía mi trabajo exactamente en el mundo de las artes escénicas.

«Es que hijo, luego vamos a ver las obras en las que trabajas, y ni a tu padre ni a mí nos queda claro qué es lo que haces».

Mi madre se refería a cuando figuro como diseñador de sonido y no como compositor de la banda sonora.

Y es que mi madre tiene toda la razón del mundo. Porque… ¿qué narices es un diseñador de sonido en teatro?

UNA TIPA/TIPO QUE ES COMO UNA NAVAJA SUIZA DEL SONIDO

Sonic Swiss KnifeLo primero de todo, si esperáis que os dé una disertación técnica y erudita sobre lo que es un diseñador/a de sonido, mejor que os paséis por la web de Pablo Simón, que lo dijo muy detalladamente… en 2005, eso sí, mucho antes de la crisis y del auge del omnipresente QLab. Complementadlo con Haley Shaw y seguro que os vais haciendo una idea.

Pero, ay queridas y queridos, en cuanto se sale del mundo de los musicales o de equipos como los que monta Miguel del Arco, el diseñador de sonido es… una tipa/tipo que vale para todo. Lo mismo te compone un tema, que te crea 467 efectos de sonido, que hace suenen siete móviles en escena a la vez, que arregla una canción para que la pueda cantar el elenco, que te crea una interminable sesión de QLab con 16 envíos, que elige las canciones que van a sonar (y las graba, mezcla, ecualiza, masteriza…), que te lanza los efectos incluso el día del estreno y más allá, que te hace de técnico en gira, etc. etc.

Vamos, algo así como el responsable eterno de todo lo que sale por los altavoces de cualquier aparato que haya en la sala. All for the same price!!

Pero yo, en lugar de simplificárselo a mi madre, voy y le suelto:

– Soy el dramaturgo del sonido de la obra, mamá.

Ahí te quedas. Imaginad la cara de mi madre. «Pues ya me quedo yo más tranquila», debió de pensar la mujer.

Pero es que es verdad. Porque de todo lo que hacemos los diseñadores de sonido/compositores de bandas sonoras lo que más me gusta con muuuucha diferencia es trazar la dramaturgia sonora.

Entonces, ¿qué leches es un dramaturgo del sonido?

Antes de explicaros lo que entiendo por «dramaturgo del sonido», os tengo que confesar que nuestra labor depende muy directamente de la producción y del director de escena. Ni todos los espectáculos necesitan una dramaturgia del sonido como yo la entiendo ni todos los directores de escena están interesados en ello.

¿Y qué entiendo yo por dramaturgia del sonido? Pues en lugar de teorizar, os voy a poner como ejemplo el último espectáculo para el que estamos haciendo la dramaturgia del sonido:

TRIBUS_169_1-scaledTribus de Nina Raine, producción del Centro Dramático Nacional, a quienes mando un enorme agradecimiento desde aquí, especialmente a toda la oficina técnica y concretamente a los figuras del sonido con los que estoy teniendo la fortuna de trabajar. Con suerte (pandemia mediante) la estrenaremos a principios de noviembre 2020. Entradas aquí.

El director es mi buen amigo Julián Fuentes Reta, con el que llevo haciendo dramaturgias de sonido desde hace más de 20 años.

Julián es un director muy muy intiutivo, que necesita que todo ocurra en la sala de ensayo durante el ensayo mismo. Con los años, incluso el trabajo de análisis del texto se hace en los ensayos en tiempo real. Con lo que todo se transforma una y otra vez poniendo de manifiesto más y más capas de significado. El que quiera salir de su zona de confort y no tenga problemas coronarios, que se una a su equipo!!

De todos los directores que conozco, es uno de los que más entiende la importancia de una buena dramaturgia del sonido, y del desastre que se produce cuando los elementos sonoros aparecen sin ton ni son, simplemente porque «aportan fuerza o belleza» a una escena, «o porque crean una atmósfera mágica», «o porque acompañan estupendamente a la acción», «o porque lo pedía la autora en el texto», «o porque si no metemos algo la escena se nos cae». Ains…

Venga, compañeros, subamos de categoría al sonido en las artes escénicas. Que el pobre no tiene ni un triste apartado en esos premios para socios de la SGAE. Sí, esos que ya les gustaría ser como los Tony. Sí, estoy hablando de vosotras, manzanitas con antifaz.

Partamos de la base de que para mí, a efectos dramatúrgicos, música y sonido son la misma cosa. Igual que se suele cuidar mucho que la propuesta musical esté integrada en el espectáculo (y no ‘al servicio de’, ojo), los dramaturgos del sonido hacemos lo mismito con el sonido, de tal manera que sin el sonido, el espectáculo no se comprendería en su totalidad.

Nina Raine en su texto Tribus indica expresamente qué canciones o efectos de sonido hay que poner y por dónde suenan. ¿Qué pasada, no? ¡Una dramaturga que te da el guión musical y la dramaturgia del sonido ya hechos!

Oh, wait…

Cuando te pones a hacer reverse engineering de sus propuestas sonoras te invade una pregunta: ¿están integradas en la dramaturgia realmente hasta el punto de que si las cambiamos o las quitamos, la obra deja de tener sentido? Ay…

Os prometí ejemplos. Peeero, ojo que no hay ejemplos sin


[PEQUEÑOS  S P O I L E R S  DE  TRIBUS]

Avisados quedáis.

Tribus va de una familia de oyentes que tienen un hijo sordo, Guille (Marcos Pereira). En su universo particular, han decidido hacer una vida como si Guille no fuera sordo, hasta el punto que ni si quiera han aprendido lengua de signos. Y están todo el día poniendo música, hablando de ópera, haciendo numeritos musicales… Vamos, que no le hacen ni puñetero caso al pobre. Y cuando le quieren integrar, le dan siempre la información sesgada o manipulada. Pero oye, ellos se sienten súper progresistas.

TRIBUS_169_2-scaled

Ya, bastante fuertecito el tema.

Así que, con buenas intenciones, Nina Raine propone que Daniel (Jorge Muriel), el hermano de Guille, ponga la radio para molestar a su padre que está usando su ordenador para estudiar una lección de chino. O que Ruth (Laura Toledo), la hermana de Guille, pida ayuda a su madre Isabel (Ascen López) para traducir al castellano el aria Mon couer s’ouvre a ta voix que reproduce en su portátil ya que lo quiere cantar en su próximo conciertillo. O que «entre» (así tal cual lo escribe la autora) la obertura de La flauta mágica en una transición de escena y se deje de oir al comenzar la escena siguiente…

[F I N    S P O I L E R S]


Lo siento, Nina Raine, pero no es suficiente. Si seguimos al pie de la letra tus indicaciones no tenemos una dramaturgia del sonido. Más bien tenemos una coleción un tanto marciana de momentos musicales/sonoros que en algunas ocasiones pueden añadir alguna capa de significado a tu texto, pero que la mayoría de las veces no van mucho más allá de una funcionalidad escénica o un énfasis en contenidos que ya están intrínsecos en el texto. Sí, quieres contarnos a través del sonido que esta familia no tiene en cuenta a su hijo sordo, lo pillamos. Pero tal y como está en tu texto, está de forma intelectual, no está integrado en la dramaturgia. Seguramente te dé para llenar un par de entrevistas cool, pero a la hora de ponerlo en escena… no, no es suficiente.

Y ahora diréis… ¿pero qué hace el tío de sonido opinando sobre esto? ¡Cómo se atreve! ¡Eso corresponde al director o dramaturgo, y además… el texto es sagrao y es fruto de innumerables horas de trabajo de su dramaturga!

Os digo lo que le dije a mi madre, «es que… soy el dramaturgo del sonido de la obra». xD

¡ATENEA, pon algo de WAGNER!

ateneaY entonces el dramaturgo del sonido se arma de valor y va y dice:

«Meine Dammen und Herren, con todos ustedes… ¡Atenea!»

¿Que quién es Atenea en nuestro espectáculo? Pues un miembro más de la familia. Un personaje que no había escrito Nina Raine en su texto original, quizá porque lo hizo en 2010.

Atenea es el altavoz inteligente de la familia de Tribus, que nada tiene que envidiar a Alexa de Amazon o a Siri de Apple. Todos la quieren con locura. No solo es capaz de poner la música que más les gusta, sino que además cada miembro de la familia tiene una relación especial con ella.

Isabel, la madre de Guille, la usa para crear el clima operístico perfecto para cada ocasión. Ruth, la hermana de Guille, la usa para trabajar las canciones de su espectáculo musical sobre parejas famosas de ópera. Daniel, el hermano de Guille, para acallar sus alucinaciones auditivas. Cristóbal (Enric Benavent), el padre de Guille, para evadirse de su ruidosa realidad familiar.

¿Y Guille? Bueno, Guille es sordo. ¿Qué sentido tiene Atenea para él? ¿Cómo es posible que esta familia tenga un «Atenea»?

Con este nuevo miembro de la familia, la música ya no «entra» mágicamente antes de una transición y «se deja de oir» cuando uno de los personajes va hablar, ni sale de portátiles, ordenadores cotidianos ni radios, tal y como proponía Nina Raine. Todo sale de Atenea. Un altavoz único para gobernarlos a todos 😛

Pues esto es un pequeño ejemplo de lo que hace un dramaturgo del sonido. Tener el foco siempre puesto en integrar la música y el sonido lo máximo posible en la historia hasta el punto de que sin ellos no se entendería plenamente. Y cuando consigue discriminar una ocurrencia egocéntrica de una gran idea sonora, va a muerte a por ella (exceda o no sus propias competencias).

Wow! ¡Muchas gracias por leer hasta aquí! ¿Os animáis a comentar más abajo o a compartirlo en redes?

En un próximo post os hablaré de cómo un subwoofer puede acabar siendo un elemento imprescindible de una dramaturgia sonora. ¡No os lo perdáis!

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